Hoy viene el tercer día de nuestro #viaje hacia y a través del #silencio.

Yo veo dos estrategias distintas en este viaje que por supuesto se pueden combinar: bien estamos con la energía masculina a tope y vamos a su encuentro con curiosidad, con espírutu explorador; o bien estamos algo aprensivos y podemos simplemente inspirarlo, dejarlo entrar en nuestro organismo, recibirlo (que no es poco) y dejarnos acariciar...
Sea la estrategia que elijamos, el asunto es estar en contacto con el silencio, con nuestro silencio.

Tememos el silencio porque tememos el vacío, la ausencia....

Si nos asomamos un poco, y lo observamos parar comprobar de qué color es,
si lo escuchamos para ver lo que dice o lo que calla,
si lo tocamos para ver qué textura tiene,
si lo exploramos a modo de juego y nos sumergimos en él para ver qué secretos esconde,
y si nos entregamos a él sin esperar nada....
¿Con qué nos encontramos?

Hoy me apetece convocar al #silencio porque por lo que puedo observar en el día a día, en el entorno urbano al menos, parece que queremos taparlo como sea, llenarlo de ruido (como si no fueran suficientes los propios ruidos del metro o de la calle, la mayoría de la gente lleva cascos para escuchar música, a veces incluso teniendo a la vez una conversación con alguien).
Así que me pregunto ¿Qué es lo que nos hace huir de él? ¿Qué tendrá de tan terrorífico?
Supongo que lo asociamos con el aburrimiento, el #vacío, la nada, y eso asusta....